domingo, 14 de septiembre de 2008

REITERAMOS: NI UNA GOTA DE SANGRE MÁS

NO A LOS CACIQUES DE LA MUERTE

Los Caciques de la Muerte tratan de hacer fracasar el proceso de diálogo iniciado entre el Gobierno y el Prefecto de Tarija en representación de los Prefectos de los Departamentos de Beni, Chuquisaca, Pando y Santa Cruz. Ese diálogo que es una pequeña luz en esta penumbra de irracionalidad colectiva.

Mientras la gran mayoría del pueblo de Bolivia se encuentra de luto y consternada por los más de 20 muertos de las últimas 48 horas, los Caciques de la Muerte de ambos lados tratan de incitar aún más al enfrentamiento y a la espiral de violencia.

La tarea prioritaria e inmediata es la de detener el enfrentamiento entre las y los bolivianos, apoyando el diálogo iniciado entre el Gobierno Nacional y los Prefectos de la oposición, aunque las probabilidades de éxito sean mínimas. No se puede seguir derramando sangre de compatriotas.

Este no es el momento para tratar de encontrar culpables de la violencia, ya que sólo se generan acusaciones mutuas entre los dos bandos e incrementan la tensión en el Departamento de Pando. Se debe frenar las acciones irracionales de los Caciques de la Muerte, que fomentan el enfrentamiento con asaltos a domicilios privados, a centros comerciales, a las sedes de partidos políticos, de comités cívicos, de movimientos sociales, de medios de comunicación, a bancos, con ataques a los grupos de bloqueadores de las carreteras y llaman a manifestaciones violentas a sus adherentes.

Esto no significa que se deje en la impunidad la muerte de nuestros conciudadanos, se debe investigar en profundidad lo ocurrido y sancionar a los culpables. No puede quedar en el olvido la sangre derramada.

Lamentablemente en Bolivia hemos permitido que no se aplique la ley y que no se castiguen los delitos de lesa humanidad. Aún está pendiente la sanción por los fallecimientos violentos ocurridos en la ciudad de La Paz en Febrero Negro y en Octubre Negro de 2003, en Huanuni en octubre de 2006, en Cochabamba en enero de 2007 (sólo se esclareció una de las tres muertes), en Sucre en la Calachancha en noviembre de 2007 y ahora en Pando.

Las y los bolivianos nos hemos vuelto insensibles ante la muerte violenta de nuestros compatriotas y no hemos tenido el coraje de reclamar con firmeza el esclarecimiento de esos hechos luctuosos. El Gobierno, la oposición, el Defensor del Pueblo, las organizaciones de derechos humanos y nosotros las y los ciudadanos de a pie tenemos una gran responsabilidad en esos fallecimientos violentos por mantener un silencio cómplice. Sin mencionar el sufrimiento de los cientos de heridos de esos luctuosos acontecimientos.

Esta actitud pasiva de la sociedad boliviana y de sus autoridades alienta a los Caciques a continuar con su escalda de violencia. No se contentan con sembrar de luto y dólor a la familia boliviana, sino que tratan de internacionalizar el problema, amenazando la estabilidad y la seguridad de la región.

Ya es hora de que todos juntos digamos basta a la impunidad y a los Caciques de la Muerte.