Al
inicio de la era democrática, la economía boliviana estaba literalmente
quebrada y con una permanente inestabilidad.
10/10/2017 |
ANF / La Paz
Las políticas públicas
de redistribución de la riqueza son esenciales en un sistema democrático porque
generan la ansiada paz social que todo país busca consolidar y mantener
plenamente para su desarrollo.
El actual periodo democrático boliviano, que se registra desde 1982, está marcado principalmente por tres etapas de redistribución.
En un primer momento, en el que surgía un frágil sistema democrático, fue prácticamente nula la redistribución, luego se dieron los primeros pasos gracias a la "estabilización” temporal de la economía y en una tercera etapa se extendieron varias medidas de reparto de la riqueza a favor de las mayorías.
Una etapa nefasta
Con la llegada de Hernán Siles Suazo al gobierno el 10 de octubre de 1982 –apoyado en la Unidad Democrática y Popular (UDP)- en plena crisis económica, se registró un devastador momento en la historia boliviana conocido como la hiperinflación (1982-1985).
La economía boliviana estaba literalmente quebrada con una permanente inestabilidad.
Entonces "si bien fue positiva la recuperación de la democracia en términos políticos, en términos económicos ha sido nefasto porque el nuevo gobierno tuvo que asumir (las consecuencias) de todas aquellas políticas económicas erradas que se dieron durante las dictaduras”, indica el analista económico, Julio Alvarado.
Por tanto, no se podía hablar al principio de este proceso democrático de una redistribución real de la riqueza en Bolivia. "Pues las autoridades la tarea inicial que tenían, tras la recuperación de la democracia, fue la búsqueda de la estabilización de la economía”, agrega Alvarado.
En la misma línea, el analista económico, Abraham Pérez, remarcó que la "redistribución (en esta etapa) no se pudo hacer por la dura hiperinflación que fue muy negativa para la mayoría de la población”.
Según los datos históricos del Banco Central de Bolivia, "la hiperinflación fue detenida en seco en el último semestre de 1985 a través de una serie de medidas, entre las que se incluía la vigencia de una nueva moneda nacional (boliviano en reemplazo del devaluado peso)”.
Primeros pasos de la redistribución
Aunque la hiperinflación fue detenida en 1985, la economía boliviana continuó con cierta inestabilidad y en criterio de Alvarado, recién en los ‘90 se logró "estabilizar” para posteriormente comenzar a tomar las primeras medidas de redistribución en este periodo democrático.
Es así que se crearon algunas medidas favorables para las mayorías, como el Bono Solidario (BonoSol), para los adultos mayores, y la descentralización administrativa para que los recursos lleguen a los municipios de manera directa, además de la generación de empleos temporales.
Pero en esta "etapa neoliberal fue muy abstemia la redistribución” porque la lógica de los gobiernos neoliberales, por recomendación del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, "era primero crecer y después hacer una redistribución”, acotó Pérez.
Sin embargo, esas primeras políticas se vieron afectadas a partir de 1997 por la crisis asiática, que perturbó en la economía de Argentina y Brasil, principales socios comerciales de Bolivia.
"Esos socios comerciales de Bolivia, por la crisis asiática, devaluaron sus monedas y eso impactó en Bolivia desde 1997 hasta 2002 más o menos. Recién desde 2003 comenzó a recuperarse la economía nacional otra vez”, explica Alvarado.
Redistribución en expansión
Después de la recuperación de la economía boliviana –según la estimación de Alvarado– aproximadamente entre 2004 y 2005, los ingresos del país volvieron a subir por los altos precios de las materias primas y por la nueva Ley de Hidrocarburos, que el 2005 introdujo el IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos).
"Con esos recursos ya se empezaron a tomar nuevas medidas de mejor redistribución de la riqueza empezando por los famosos bonos que se ampliaron y aumentaron. El BonoSol se convirtió en Bono Dignidad, el Bono Escolar que se daba sólo en El Alto se amplió a toda Bolivia como Bono Juancito Pinto, Bono Juana Azurduy, entre otras medidas”, expone Alvarado.
Por su parte, Pérez remarca que "estos bonos sociales (del gobierno de Evo Morales) son netamente programas de redistribución de riqueza, además de las políticas de incremento permanente de salarios (…) o el segundo aguinaldo”.
Entonces, según Pérez, en general ha mejorado la situación del reparto de la riqueza porque en la democracia lo que determina una mejor redistribución es el modelo económico. Aunque Alvarado se mostró más cauto, principalmente a la hora de atribuir esta mejora al modelo económico del gobierno de Evo Morales.
"Yo no diría que fue mejor (gracias a Evo Morales), yo diría que tuvo suerte de llegar al gobierno en un periodo en el que los precios de las materias primas se incrementaron y que le dieron mayores posibilidades de aplicar políticas sociales, políticas que también quisieron aplicar otros gobiernos democráticos, pero no pudieron por falta de recursos”, manifesta.
Tarea pendiente
Todavía sigue siendo una tarea pendiente alcanzar una mayor y efectiva redistribución de la riqueza en el sistema democrático boliviano, pese a las medidas asumidas en este proceso.
Los dos analistas económicos, que acompañaron esta nota informativa de ANF, coincidieron en que ahora se debe apuntar, entre otras medidas, con mayor énfasis en la generación de empleo sostenible, estable y con sueldos que cubran las necesidades básicas de las familias, y con ello reducir la pobreza, moderada y extrema, porque finalmente los bonos sólo constituyen mecanismos paliativos.
El actual periodo democrático boliviano, que se registra desde 1982, está marcado principalmente por tres etapas de redistribución.
En un primer momento, en el que surgía un frágil sistema democrático, fue prácticamente nula la redistribución, luego se dieron los primeros pasos gracias a la "estabilización” temporal de la economía y en una tercera etapa se extendieron varias medidas de reparto de la riqueza a favor de las mayorías.
Una etapa nefasta
Con la llegada de Hernán Siles Suazo al gobierno el 10 de octubre de 1982 –apoyado en la Unidad Democrática y Popular (UDP)- en plena crisis económica, se registró un devastador momento en la historia boliviana conocido como la hiperinflación (1982-1985).
La economía boliviana estaba literalmente quebrada con una permanente inestabilidad.
Entonces "si bien fue positiva la recuperación de la democracia en términos políticos, en términos económicos ha sido nefasto porque el nuevo gobierno tuvo que asumir (las consecuencias) de todas aquellas políticas económicas erradas que se dieron durante las dictaduras”, indica el analista económico, Julio Alvarado.
Por tanto, no se podía hablar al principio de este proceso democrático de una redistribución real de la riqueza en Bolivia. "Pues las autoridades la tarea inicial que tenían, tras la recuperación de la democracia, fue la búsqueda de la estabilización de la economía”, agrega Alvarado.
En la misma línea, el analista económico, Abraham Pérez, remarcó que la "redistribución (en esta etapa) no se pudo hacer por la dura hiperinflación que fue muy negativa para la mayoría de la población”.
Según los datos históricos del Banco Central de Bolivia, "la hiperinflación fue detenida en seco en el último semestre de 1985 a través de una serie de medidas, entre las que se incluía la vigencia de una nueva moneda nacional (boliviano en reemplazo del devaluado peso)”.
Primeros pasos de la redistribución
Aunque la hiperinflación fue detenida en 1985, la economía boliviana continuó con cierta inestabilidad y en criterio de Alvarado, recién en los ‘90 se logró "estabilizar” para posteriormente comenzar a tomar las primeras medidas de redistribución en este periodo democrático.
Es así que se crearon algunas medidas favorables para las mayorías, como el Bono Solidario (BonoSol), para los adultos mayores, y la descentralización administrativa para que los recursos lleguen a los municipios de manera directa, además de la generación de empleos temporales.
Pero en esta "etapa neoliberal fue muy abstemia la redistribución” porque la lógica de los gobiernos neoliberales, por recomendación del Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, "era primero crecer y después hacer una redistribución”, acotó Pérez.
Sin embargo, esas primeras políticas se vieron afectadas a partir de 1997 por la crisis asiática, que perturbó en la economía de Argentina y Brasil, principales socios comerciales de Bolivia.
"Esos socios comerciales de Bolivia, por la crisis asiática, devaluaron sus monedas y eso impactó en Bolivia desde 1997 hasta 2002 más o menos. Recién desde 2003 comenzó a recuperarse la economía nacional otra vez”, explica Alvarado.
Redistribución en expansión
Después de la recuperación de la economía boliviana –según la estimación de Alvarado– aproximadamente entre 2004 y 2005, los ingresos del país volvieron a subir por los altos precios de las materias primas y por la nueva Ley de Hidrocarburos, que el 2005 introdujo el IDH (Impuesto Directo a los Hidrocarburos).
"Con esos recursos ya se empezaron a tomar nuevas medidas de mejor redistribución de la riqueza empezando por los famosos bonos que se ampliaron y aumentaron. El BonoSol se convirtió en Bono Dignidad, el Bono Escolar que se daba sólo en El Alto se amplió a toda Bolivia como Bono Juancito Pinto, Bono Juana Azurduy, entre otras medidas”, expone Alvarado.
Por su parte, Pérez remarca que "estos bonos sociales (del gobierno de Evo Morales) son netamente programas de redistribución de riqueza, además de las políticas de incremento permanente de salarios (…) o el segundo aguinaldo”.
Entonces, según Pérez, en general ha mejorado la situación del reparto de la riqueza porque en la democracia lo que determina una mejor redistribución es el modelo económico. Aunque Alvarado se mostró más cauto, principalmente a la hora de atribuir esta mejora al modelo económico del gobierno de Evo Morales.
"Yo no diría que fue mejor (gracias a Evo Morales), yo diría que tuvo suerte de llegar al gobierno en un periodo en el que los precios de las materias primas se incrementaron y que le dieron mayores posibilidades de aplicar políticas sociales, políticas que también quisieron aplicar otros gobiernos democráticos, pero no pudieron por falta de recursos”, manifesta.
Tarea pendiente
Todavía sigue siendo una tarea pendiente alcanzar una mayor y efectiva redistribución de la riqueza en el sistema democrático boliviano, pese a las medidas asumidas en este proceso.
Los dos analistas económicos, que acompañaron esta nota informativa de ANF, coincidieron en que ahora se debe apuntar, entre otras medidas, con mayor énfasis en la generación de empleo sostenible, estable y con sueldos que cubran las necesidades básicas de las familias, y con ello reducir la pobreza, moderada y extrema, porque finalmente los bonos sólo constituyen mecanismos paliativos.
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