El Gobierno de Bolivia tuvo tres fracasos diplomáticos consecutivos en las últimas semanas, como lo manifestamos en un anterior artículo con el título “Crónica de un fracaso anunciado”.
Éstos fueron los siguientes: i) El aislamiento de Bolivia en la negociación entre los países de la Comunidad Andina y la Unión Europea; ii) La derrota de Bolivia en la aprobación de la modificación de la Decisión 486 sobre propiedad industrial de la Comunidad Andina y iii) El rechazo de varios países latinoamericanos al candidato boliviano a la Secretaría Ejecutiva de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
La reacción de “los negociadores bolivianos” fue pedir la destitución del Secretario General de la Comunidad Andina (CAN), como una forma de revancha por sus desatinos. Colombia, Ecuador y Perú rechazaron categóricamente el pedido boliviano por ser inédita en la historia de la CAN y sin sustento. A pesar de ello, el Gobierno de Bolivia insiste en la renuncia del Secretario General de la CAN, a pesar de los pedidos de representantes de los países andinos de retirar su solicitud. “Los negociadores bolivianos” hacen oídos sordos a esas sugerencias y mantienen su posición.
El resultado ya lo conocemos en forma anticipada, sin tener que ver en una bola de cristal y tampoco leer en hojas de coca: La votación sobre el pedido boliviano de destituir al Secretario General de la CAN será una nueva derrota de la “diplomacia boliviana”.
Ante esta situación, lo único que podemos hacer es dar algunas recomendaciones, con el fin de evitar que se siga dañando la imagen del país en la arena internacional, especialmente en la región suramericana.
Antes de llegar a la votación por la modificación de la Decisión 486 sobre propiedad industrial de la Comunidad Andina, Bolivia debería darse cuenta que su posición era aislada y que sufriría una derrota inevitable, por lo que debería haber negociado una salida honrosa y tratar de obtener algo a cambio de su aceptación a la modificación o abstención en la votación. Por el contrario, “los negociadores bolivianos” optaron por la fuerza e hicieron ingresar a la sala de reuniones de la CAN a “dirigentes de los movimientos sociales bolivianos” para presionar a los representantes de los otros países andinos. El resultado fue tres votos (Colombia, Ecuador y Perú) a favor y uno (Bolivia) en contra. Las presiones de movimientos sociales no dan resultado a nivel internacional.
Ojala que los “negociadores” hayan aprendido la lección y retiren su solicitud de destitución del Secretario General de la CAN, antes de que se llegue a una nueva votación y por lo tanto a una nueva derrota diplomática. Si se insiste en el pedido de destitución y se emplea nuevamente la presión con la presencia de “dirigentes de los movimientos sociales” en la votación, como sucedió el día 13 de agosto pasado en Lima, o se “bloquea” el ingreso a la sala de reuniones, tengan por seguro que esta es la “Crónica de un nuevo fracaso anunciado”.
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